sábado, 9 de junio de 2012

Organizaciones, públicos y diversidad cultural en Relaciones Públicas

Extracto de la conferencia dictada en el Seminario  MadinPerú, Lima en tiempos de chicha” organizado por los alumnos de APECS (Asociación Peruana de Estudiantes de Comunicación Social) de la Universidad de San Martín de Porres el 07 de Junio de 2012 en la USMP.

Introducción

El tema que me toca desarrollar hoy se denomina: organizaciones, públicos y diversidad cultural en Relaciones Públicas, Tiene dos objetivos, el primero es brindar algunas orientaciones para viabilizar el trabajo de identificación de públicos en Relaciones Públicas. Es decir, determinar el camino que las organizaciones deben seguir para identificar a sus públicos superando los obstáculos que se le pueden presentar, debido a la diversidad cultural que existe en la ciudad de Lima (claro, que los temas que hoy se desarrollen, pueden ser aplicados también a otro ámbito geográfico);y el segundo objetivo es hacer una reflexión sobre la manera en que los públicos influyen en las organizaciones, ya sean estas con o sin fines de lucro.

En definitiva, la diversidad cultural es un aspecto que debe ser tomado en cuenta por muchas profesiones para realizar una adecuada gestión en las organizaciones, pero en Relaciones Públicas adquieren particular énfasis, al tener ésta disciplina como objeto de estudio al ser humano en su acción relacional-comunicacional en las organizaciones. Comencemos entonces por lo primero y para evitar confusiones demos una definición de Relaciones Públicas. De acuerdo a la Sociedad de Relaciones Públicas de América (PRSA): “Las relaciones públicas consisten en el proceso estratégico de comunicación que construye relaciones mutuamente beneficiosas entre las organizaciones y sus públicos”. 

Detengámonos en esta parte, en la finalidad de las Relaciones Públicas: “la construcción de relaciones mutuamente beneficiosas”.

Esta palabra  “mutuamente”,  establece inmediatamente un modelo simétrico de acción, un modelo de escucha, un modelo de doble vía, un modelo de diálogo, un modelo de satisfacción de expectativas recíprocas, que obviamente implica el comportamiento ético de la organización pero además un conocimiento exhaustivo de sus públicos. Pasemos entonces a recordar lo que son los públicos.



Los públicos en Relaciones Públicas

Los públicos son todos aquellos grupos sociales o personas con intereses comunes o características homogéneas que pueden verse afectados por un problema o tema  o influir en el desenvolvimiento de  la organización [1]Actualmente existen muchas maneras de clasificar a los públicos, particularmente para el trabajo cotidiano, prefiero optar por una combinación de las diversas tipologías existentes. Partir con una clasificación general utilizando la tipología tradicional de públicos internos y públicos externos, considerar los planteamientos de Fabio França para tomar en cuenta el tipo de “relacionamiento” es decir del vínculo que une a los públicos con la organización y la teoría situacional de los públicos, que sostiene que  los públicos que se forman en torno a problemas o temas difieren en el grado en que hacen algo respecto a los mismos. (Grunig y Hunt, 2000, p. 242).  



Estos públicos no son homogéneos, todos tienen características diferentes que, entre otros aspectos, además del nivel de implicación, van a estar definidas por la cultura a la que pertenecen.



La cultura

La cultura es el conjunto de conductas aprendidas, creencias, actitudes, valores e ideales que caracterizan a una sociedad o población. Ember, Ember y Peregrine (2008, p.258)

Para conocerla, debemos aplicar conocimientos de la antropología cultural, que es el estudio de la variabilidad de la cultura. Ember, Ember y Peregrine (2008, p.643), y de la antropología aplicada, que nos ayudarán a comprender cómo es que pueden interrelacionarse personas que tienen diferentes culturas. Ember, Ember y Peregrine (2008, p. 596).  Extendemos esta definición entonces al ámbito de las organizaciones y aplicamos la antropología para comprender la interrelación de la organización, que como grupo de personas cuenta con una cultura propia, con sus públicos; que  también tienen culturas diferentes.

En nuestro país coexisten muchas culturas, es decir, grupos de personas con diferentes características, creencias, valores y allí radica nuestra riqueza, la que podría convertirse en una dificultad si no se sabe como aprovechar esta diversidad cultural. Se entiende por  diversidad cultural a la convivencia de muchas culturas en una sociedad. Y ya que estamos hablando de cultura, no podemos dejar de mencionar la identidad cultural, ese sentido de pertenencia que poseen aquellos grupos sociales que comparten las mismas creencias, valores, ideales.  La  identidad cultural se va formando con el tiempo y en muchos casos está formada por elementos de la propia cultura y por elementos que son tomados de otras, lo que se conoce por difusión cultural, el proceso por el que los elementos culturales se copian entre sociedades y se incorporan en la cultura de la sociedad receptora. Ember, Ember y Peregrine (2008, p. 572). Cabe resaltar aquí que difusión no es lo mismo que alienación, la alienación implica una pérdida del sentimiento de la propia identidad (RAE, 2012).

Nuestra capital es un claro ejemplo de diversidad y difusión cultural: costa, sierra, selva, norte, centro, sur, lo nacional y lo extranjero coexisten y hacen que cada vez se incremente la variedad de públicos que podemos que podemos encontrar, cada público con un perfil diferente, con distintas necesidades, motivaciones, expectativas, creencias, códigos.  Todavía seguimos pasando por procesos de transculturación y mestizaje y claros ejemplos de ello los encontramos en la música y en los medios de comunicación.

Debemos reconocer la importancia de las técnicas de comunicación de masas en la sociedad moderna convertidas en agentes de socialización tanto de adultos como de jóvenes (Rocher, 2006, p. 156). A pesar de los años y de los avances de las nuevas tecnologías,  Rocher (2006.p.157) estamos de acuerdo en que la televisión ejerce en particular su influencia por los valores y los modelos idealizados que presenta con un fuerte impacto emotivo. Investigaciones realizadas[2] demuestran que la televisión idealiza los modelos y valores de la clase media (tipos de empleo, condiciones de vida, residencias, modos de comportarse). Evidenciando cómo las técnicas de comunicación de masas sugieren, proponen y transcriben modelos, valores e ideales susceptibles de imponerse con tanta mayor fuerza y persuasión cuanto que se presentan en un contexto dramático o emotivo que contribuye a inhibir el juicio crítico (Rocher, 2006, p. 158).

La interdependencia entre las culturas regionales y nacionales, en y por la “cultura de masas”, se convierte en  un hecho tan importante y vital como la interdependencia de las economías nacionales (Rocher, 2006, p. 308).

Esta convivencia de culturas trasciende de los medios a las organizaciones, y; en el terreno de las Relaciones Públicas nos damos cuenta que en las organizaciones no escapan a esa diversidad cultural y por ello es necesario identificar y conocer a todos nuestros públicos para diseñar estrategias adecuadas de relación y de comunicación.

Los públicos son muy importantes para las organizaciones. Ellas dependen de estos y en muchos casos, son los públicos los que la obligan a cambiar.

Las organizaciones existen gracias a sus públicos  internos y externos y es por ello, tan importante saber identificarlos y sobre todo, conocerlos profundamente.

Existen muchos recursos que se pueden utilizar para lograr una adecuada segmentación y un entendimiento cabal de estos grupos de personas que de alguna manera u otra están vinculados a las organizaciones, pero uno de los más importantes es el conocimiento del aspecto cultural.

 Es por ello que se hace necesaria la elaboración de perfiles antropológicos tanto de nuestros públicos internos como de los públicos externos para conocer cuáles son las necesidades y expectativas de cada uno de ellos.

La diversidad cultural que nos caracteriza es nuestra riqueza y el reto que tenemos los relacionistas públicos. Y lo bueno es que esa convivencia nos está enseñando y  en algunos casos, obligando a respetarlos, situación que no se veía hace algunos años atrás.

Hoy más que nunca, reitero, debemos conocer a nuestros públicos, escucharlos, observar, investigar realizando estudios etnográficos (la etnografía nos ayuda a describir los comportamientos cotidianos, creencias y actitudes de una sociedad), elaborar perfiles antropológicos, que deben ser actualizados constantemente porque estos cambios no se detendrán, sino que seguirán como  resultado de la globalización, y por qué no de nuestra propia evolución.



Referencias:

Ember, C., Ember, M. y Peregrine, P. (2008). Antropología. Madrid, España: Pearson.

França, F.(2004). Públicos: Como identificá – los em uma nova visao estratégica. Sao Caetano do Sul, Brasil: Difusáo.

Gruning, J. & Hunt, T. (2000). Dirección de Relaciones Públicas.  Barcelona, España:  Gestión 2000.

Grunig, J. (2006). Excelencia en la gestión de las Relaciones Públicas y la Comunicación. Primer Congreso Internacional de Relaciones Públicas. Lima, Perú: Universidad de San Martín de Porres.

Noguero, A. (1995). La función social de las Relaciones Públicas: Historia, teoría y marco legal. Barcelona, España: Escuela Superior de Relaciones Públicas.

Pérez Senac, R. & Solórzano Hernández, E. (1999). Relaciones Públicas Superiores, Una Nueva Pedagogía.   Lima, Perú: Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación, Universidad de San Martín de Porres.

Solórzano Hernández, E. (2000). Relación Humana, Legitimidad y acción Comunicacional: Propuestas Teóricas y Metodológicas de las Relaciones Públicas. Publicación Científica de la Asociación Latinoamericana de    Carreras Universitarias de Relaciones Públicas (ALACAURP), 1.23-45. Lima, Perú: Universidad de San Martín de Porres.

Rocher, G. (2006). Introducción a la sociología general. Barcelona, España: Herder.

[1] Blumer y Dewey en Grunig y Hunt (2000, p.235)
[2] Himmelweit, Oppenheim y Vince . citado en Rocher (2006,p. 157)